Crónica

Málaga CF - Celta Fortuna (2-1): con mucho coraje y corazón, a la final por el ascenso

El Málaga CF culmina una sensacional remontada ante el Celta Fortuna en una Rosaleda para el recuerdo y se clasifica para la lucha definitiva en el play off de ascenso a Segunda División

Al fin. Es raro el día en el que el malaguista se lleva una gran alegría. Su equipo gana partidos, sí. Pero hacía tiempo que no celebraba un triunfo en una gran cita. Aunque, si en algún sitio podía cambiar el signo de la historia, era en esta Rosaleda. Tras un recibimiento bestial, los 29.042 espectadores empujaron, arroparon y festejaron con su equipo. Era el día propio para cambiar la historia, y así fue. Y los goles hicieron honor al lema por excelencia del Málaga CF. Coraje y corazón. Porque los goles no fueron sensacionales triangulaciones o remates espectaculares. Fueron de tener fe. Y, en especial y hasta el final, de tener mucho coraje y mucho corazón.

No se vio al Málaga que debía en la primera mitad. Saltó intenso al terreno de juego ante un entorno inmejorable. La Rosaleda, puesta en pie luciendo un precioso mosaico blanquiazul y, en la grada de animación de Fondo Sur, un tifo que decía "Y entonces como ahora, defiendo Málaga", como reza el cántico. En un calco al partido de ida, se adelantaron los celestes en torno al minuto 15. Fue en el 16' cuando Alfon González (sí, como en la ida) encontró espacios en una obsoleta defensa malaguista y batió a Alfonso Herrero tras colarse entre dos defensores.

Quiso crecer el Málaga en el partido con el paso de los minutos, aunque no encontró la tecla que desbloquease a un bien plantado Celta Fortuna. Sin embargo, varias desconexiones de los blanquiazules en el centro del campo otorgaron al filial olívico la oportunidad de duplicar su ventaja, aunque sin éxito gracias a una nueva genialidad de Alfonso Herrero, que tuvo que volver a ser santo, y a Juande, único zaguero que cumplió en la primera mitad. No se puede decir lo mismo de Nelson Monte, bastante flojo y desconcentrado. Si a eso se le suma la cartulina amarilla que vio en un duelo en el que Raúl Blanco ya lo había superado, sustitución clara al descanso.

Y, como ocurriera en Balaídos, el Málaga de la segunda mitad fue otro. La piña que hicieron los once jugadores malaguistas al salir de vestuarios auguró el cambio de guion. Los boquerones salieron a morder, a querer ganar y a querer hacerlo con su gente. La entrada de Kevin Medina fue clave para desatascar la situación mental. El del Llano de la Trinidad disparó a portería desde el pico del área en la primera pelota que tocó. No alcanzó portería, pero puso en aprietos a Ruly García e incendió las gradas de La Rosaleda. El gol tenía que llegar, y acabó llegando. Aunque suene a tópico, llegó a base de coraje y corazón. A la salida de un saque de esquina, no consiguió Genaro encontrar a Dani Lorenzo y el balón quedó en pies vigueses. Nadie daba un duro por esa pelota, salvo Dani Lorenzo. El '22' peleó hasta la saciedad y se deslizó sobre el verde para, de un solo contacto con el balón, recuperar la posesión y habilitar a Roberto Fernández en una posición inmejorable. Esas no las perdona el de Puente Genil. Batió con la sutileza necesaria a Ruly García para empatar el partido y la eliminatoria.

8/6/24, Malaga - La Rosaleda.  RFEF Play Off Ascenso a Segunda Division - Malaga CF vs Celta B.   :    (Fotografía: Gregorio Marrero/La Opinion)

Gol del empate de Roberto / Gregorio Marrero

Más que el empate

Pero el Málaga quería más. No era mentira aquello de que iban a por el partido a pesar de que les valiese el empate, y así lo demostraron. Siguieron acometiendo ante la meta rival con brillante juego en tres cuartos de campo. El Celta Fortuna pudo penalizar a los malaguistas con algún error puntual, pero un providencial Einar Galilea se encargó de que no fuese a más. El viento soplaba de cara. Las aficiones no meten goles, pero sí aportan infinidad de intangibles. Y en uno de ellos debió estar la clave para que cambiase la suerte del Málaga. El malaguista no quería marcharse de su templo resignado, mirando al suelo y repitiéndose aquello tan clásico como el "tenemos que sufrir, somos del Málaga". Hoy no.

Roberto Fernández es un delantero centro en su total definición. Si en el primer gol se encontró la oportunidad que no dudó en mandarla a la jaula, fue él el que encontró la segunda. En uno de esos balones con los que nadie cuenta, Roberto Fernández cree. Roberto Fernández tiene fe. Y, por si fuera poco, Roberto Fernández tiene gol. Esa deliciosa suma solo puede resultar en una cosa, y así ocurrió. Segundo gol de Roberto, que desató la histeria colectiva de su hinchada justo antes de que se cumplieran los 90 minutos reglamentarios. Y hasta ahí. Porque el Málaga, esta vez sí, hizo honor a uno de sus lemas más antiguos. El archiconocido "Coraje y corazón" se vio fielmente representado en el estadio de La Rosaleda. Aunque, como diría un tal Kendrick Perry, que algo sabe de ganar títulos con el Unicaja, "Job's not finished". Ahora, a la final.