Opinión | La vida moderna merma

29J: Manipula y perderás

Es innegable que Málaga, como muchas otras ciudades turísticas, enfrenta desafíos significativos. El crecimiento del turismo ha incrementado la presión sobre el mercado inmobiliario, dificultando el acceso a viviendas asequibles para los residentes locales

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Recientemente, Málaga ha sido escenario de una manifestación que, en teoría, se celebró para defender los derechos de los malagueños a que su ciudad les pertenezca, y no a los turistas, así como para reivindicar el acceso a viviendas a precios asequibles. A primera vista, estas causas son no solo justas, sino también esenciales para la sostenibilidad y el bienestar de los residentes locales. Sin embargo, detrás de esta movilización se oculta un uso partidista que busca capitalizar electoralmente sobre un problema grave, legítimo y que nos afecta a muchísimas personas.

Este no es un fenómeno nuevo en Málaga. Hace poco, en el barrio de El Perchel, se lanzó una campaña bajo el lema «El Perchel no se vende» con el objetivo de detener un avance urbanístico completamente legal. Aquel episodio fue emblemático de cómo ciertos partidos políticos manipulan los problemas y las angustias de la gente para obtener rédito electoral. La estrategia consistió en exacerbar el miedo y la indignación de los vecinos ante un cambio inevitable, con la promesa implícita de protección y resistencia. Sin embargo, el desenlace fue que la venta se concretó y, lo que es más significativo, esos partidos continuaron en declive, evidenciando que el electorado malagueño no es tan fácil de engañar.

Ahora, en la manifestación reciente, hemos visto una retórica similar. Se ha pintado una imagen de Málaga como una ciudad en crisis total, sumida en el caos, para generar alarma y ganar adeptos. Sin embargo, este panorama apocalíptico no concuerda con la realidad. Hace justo un año, el Partido Popular, que ha estado gobernando Málaga durante muchos años, ganó con una mayoría absoluta. Este resultado electoral indica claramente que una gran mayoría de los malagueños respalda la gestión y el modelo de ciudad propuesto por este partido.

Es innegable que Málaga, como muchas otras ciudades turísticas, enfrenta desafíos significativos. El crecimiento del turismo ha incrementado la presión sobre el mercado inmobiliario, dificultando el acceso a viviendas asequibles para los residentes locales. Además, la gentrificación y el desplazamiento de comunidades tradicionales son problemas reales que necesitan soluciones efectivas. No obstante, utilizar estos problemas para crear una narrativa de caos y crisis que beneficie electoralmente a ciertos partidos es, en el mejor de los casos, una explotación cínica de las dificultades de la gente.

Los problemas de vivienda y la sobreexplotación turística requieren soluciones pragmáticas y colaborativas, no manipulaciones partidistas. Es crucial que los partidos políticos trabajen juntos para implementar políticas que equilibren el desarrollo económico con el bienestar social a nivel estatal. Esto incluye la promoción de viviendas asequibles, la regulación del mercado de alquileres turísticos y la protección de los barrios tradicionales. Solo así se puede asegurar que Málaga siga siendo una ciudad para sus habitantes, sin sacrificar su atractivo como destino turístico.

El desafío del acceso a viviendas asequibles en Málaga es un tema complejo y multifacético que requiere una estrategia integral. Esto implica no solo la construcción de estas nuevas viviendas, sino también la rehabilitación de las existentes, la implementación de políticas de alquiler social y la creación de incentivos para los propietarios que alquilen a precios razonables. Además, es necesario regular el mercado de alquileres turísticos, que ha contribuido a la escasez de viviendas disponibles para los residentes locales, aunque muchas de ellas provienen de edificios en absoluta decadencia desde hace lustros.

Sin embargo, lo que hemos visto en la manifestación reciente es una repetición de tácticas divisivas. En lugar de presentar propuestas constructivas y viables, algunos políticos prefieren incendiar el debate público, buscando capitalizar la frustración y el miedo de los ciudadanos. Este enfoque no solo es deshonesto, sino también contraproducente, ya que socava la confianza pública en la política y en las instituciones democráticas.

El uso partidista de estos problemas no solo distorsiona la percepción de la realidad, sino que también impide el avance hacia soluciones reales. En lugar de trabajar juntos para abordar estos desafíos, los políticos que utilizan estas tácticas siembran la desconfianza y la división. Esto es particularmente dañino en una ciudad como Málaga, que necesita unidad y cooperación para enfrentar sus problemas más apremiantes.

La participación ciudadana en el diseño de políticas urbanas es esencial para asegurar que las decisiones reflejen las necesidades y deseos de la comunidad. Las iniciativas de planificación participativa, donde los residentes tienen voz y voto en los proyectos de desarrollo, pueden ayudar a construir un sentido de pertenencia y responsabilidad compartida. Esto no solo mejora la calidad de vida, sino que también fortalece la cohesión social.

Además, es importante considerar el papel de la educación y la sensibilización en la resolución de estos problemas. Los ciudadanos deben estar informados y empoderados para participar activamente en los procesos democráticos. Esto incluye la comprensión de cómo funcionan los mercados de vivienda y turismo, así como los impactos de las políticas públicas. Una ciudadanía informada es una ciudadanía fuerte, capaz de resistir la manipulación política y exigir soluciones reales y efectivas. Que salir a la calle a protestar está genial, pero es bueno saber que la vida real es la que es y que los brindis al sol y las utopías no suelen ser soluciones útiles para gente en estado de crisis grave.

La situación actual en Málaga ofrece una oportunidad para reflexionar sobre el papel de los partidos políticos en la vida pública. En lugar de utilizar los problemas sociales como herramientas de campaña, los políticos deben comprometerse a buscar soluciones auténticas y sostenibles. Esto requiere un enfoque basado en la evidencia, el diálogo y la colaboración, no en la retórica incendiaria y la división.

Lo dicho, que las causas que motivan protestas éstas en Málaga son legítimas y merecen una atención seria y considerada. Sin embargo, es preocupante que se esté haciendo un uso partidista de estos problemas graves para intentar hacer caja electoral. La mayoría absoluta de Francisco de la Torre en las últimas elecciones es un claro indicador de lo que la mayoría de malagueños prefieren.

Ahora está genial sembrar el caos. Pero hace un año hubo oportunidad de demostrarlo, y las cuentas que salieron fueron otras…

A ver si los demás también van a tener algo que ver en todo esto. Que con la portería vacía, sin defensas y con el balón en el pie no se marca nunca gol… Ahí la culpa difícilmente sea del equipo oponente.

Viva Málaga.