Opinión | Tribuna

Pedro Sánchez casi no gobierna

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, durante la presentación de la Oficina Nacional de Asesoramiento Científico (ONAC)

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, durante la presentación de la Oficina Nacional de Asesoramiento Científico (ONAC) / José Luis Roca

Hace un tiempo que Pedro Sánchez casi no gobierna aunque, si se escucha a Yolanda Díaz, hay un gobierno de Sumar. Sánchez prácticamente solo tiene tiempo para juegos de palabras, vuelos internacionales y jornadas de reflexión. Ya solo está a la defensiva. Es como una dotación del Samur sin tiempo para acudir a tantas emergencias. Si gobernar es tomar decisiones, el presidente del gobierno está en modo ‘standby’ y en pleno eclipse de la socialdemocracia.

Desde que Sánchez decidió ser el dique ante la ultraderecha, Marine Le Pen ha aventajado en votos a Macron, Giorgia Meloni está en la sala de máquinas de la Unión Europea y Milei se ha reconciliado con el Papa Francisco. Pedro Sánchez ha proclamado que el PP, Vox y Se Acabó la Fiesta son lo mismo: tres ultraderechas indistintas, tres miembros de una Internacional de Extrema Derecha inexistente. Por ahora, el centro-derecha de Núñez Feijóo –como el Partido Popular Europeo- avanza en todas las elecciones y en Bruselas tendrá más influencia que un PSOE cuyos socios pierden votos.

A la derecha del PP tampoco faltan votos incluso para habituales del desvarío en Instagram, como el fundador de Se Acabó la Fiesta -800.000 mil votos enviados a la trituradora-, producto de la antipolítica alentada por un descontento que se manifiesta especialmente en la circunscripción única de toda elección al Parlamento Europeo. El influyente digital ‘Politico’ publica la lista de los nuevos europarlamentarios más estrambóticos y es como para no creérselo, pero ahí están, de norte a sur y de este a oeste.

Y ahora la Moncloa anda inmersa en uno de los líos más enrevesados de la España de la pos-transición: ofrecer una mejor financiación a Cataluña. Eso incluso puede acabar dañando las posibilidades del ganador de las elecciones autonómicas, Salvador Illa, en beneficio político de Puigdemont, con quien Sánchez ha sido generalmente cariñoso, sin un solo gesto de rechazo. Sánchez condena a todas horas la extrema derecha pero nunca adjetiva las trayectorias de Junts y ERC. Así ha sido con la Ley de Amnistía.

Las campanas suenan a unas elecciones anticipadas en Cataluña que podrían prologar el fin de la legislatura socialista iniciada el pasado julio, a consecuencia de unas elecciones anticipadas tras la derrota del PSOE en las municipales y autonómicas. Esa es la legislatura ‘horribilis’ de Pedro Sánchez, el líder más anti-Trump de Occidente, el debelador de Netanyahu y nuevo eje de la política europea. Pasan a la cola más presupuestos generales.

La impopularidad de Pedro Sánchez arrastra a sus aliados más inmediatos. Estamos en presencia de una recomposición del paisaje político frente a una estrategia de improvisaciones y huidas hacia adelante. Es cierto que la seguridad en sí mismo, osada y sin complejos, le ha sacado de apuros en ocasiones en que se le daba por amortizado pero quizás es que ya adentraba en el actual callejón sin salida. Por eso optó por gobernar poco, por desdecir la realidad y echarle la culpa de todo a la no renovación del Consejo General del Poder Judicial.

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