Entrevista | Rosa Romero Enfermera

«Para mí es un honor que algunos niños me digan que soy la tita del hospital»

Rosa Romero, enfermera del Hospital Materno Infantil, ha sido reconocida a nivel nacional por los padres y la Fundación Sandra Ibarra como la ‘enfermera más empática’

La enfermera Rosa Romero en el Hospital Materno Infantil de Málaga

La enfermera Rosa Romero en el Hospital Materno Infantil de Málaga / La Opinión

Arancha Tejero

Arancha Tejero

La malagueña Rosa Romero lleva más de la mitad de su vida dedicada a la enfermería. En concreto, 42 años, de los cuales 38 han sido a la oncología pediátrica en el Hospital Materno Infantil de Málaga, y nunca había oído hablar de las distinciones ‘Dama de la Lámpara’ que entrega la Fundación Sandra Ibarra, en homenaje a la enfermera Florence Nightingale (1820-1910), que es considerada la precursora de la enfermería profesional moderna. Por ello, cuando le informaron de que había sido elegida en esta IV edición como la ‘enfermera más empática’ en la categoría de hospital pediátrico, fue toda una sorpresa para ella, y, por supuesto, “un gran honor”.

¿Qué significa para usted haber sido reconocida como la enfermera oncológica más empática?

Lo primero es una cosa muy inesperada porque nunca me lo habría imaginado. Y luego, para mí es un honor recibir este premio porque, sobre todo, está dado por los padres. Y eso es también un agradecimiento hacia ellos, por confiar en nosotros y en la labor de enfermería.

¿Siempre tuvo claro que quería ser enfermera? 

No lo tuve siempre claro porque dudaba entre trabajar de profesora de preescolar o en enfermería. De hecho, me matriculé para ser profesora de magisterio, pero luego a última hora salieron los exámenes para ser enfermera, me presenté y ahí ya no lo dudé. Así que la vocación la he descubierto a través de que empecé como enfermera y de los años que llevo trabajando.

¿Y por qué decidió especializarse en oncología pediátrica?

Pues yo realmente empecé en el Materno trabajando en la planta de preescolar en el año 1986, y a los dos meses de conseguir la plaza en propiedad me cambiaron a oncología, porque era una planta que en ese tiempo no tenía a nadie fijo porque era una unidad pequeñita en volumen. Así que me cambiaron ahí y ya continúe en oncología. Fue casualidad, pero también es cierto que nunca he dudado en cambiarme y llevo 38 años en la unidad. Y ha sido una labor que, pese a que yo pienso que es dura, te gratifica por muchos aspectos, entre ellos por el cuidado a los niños, y por los familiares de ellos.

¿Qué es lo que más le gusta de su trabajo?

Lo que más me gusta es el trato con los niños, eso siempre me ha gustado. La cercanía y la alegría que tienen los niños, que se divierten con cualquier cosa... son distintos a los adultos en ese aspecto.

Mencionaba antes que oncología es una especialidad dura, que imagino que le obligará a vivir situaciones difíciles, ¿cómo se lidia con esa realidad?

Esa realidad es difícil de lidiar y, a veces, se la lleva uno porque no siempre es capaz de apartarlo. Pero se puede lidiar, o se lleva lidiando, porque con los compañeros compartimos los momentos difíciles, también con la familia, y, sobre todo, a veces las emociones son las emociones y todos sentimos cuando las cosas no van bien. 

Rosa Romero en el Hospital Materno Infantl de Málaga

Rosa Romero en el Hospital Materno Infantl de Málaga / La Opinión

En su opinión, ¿qué cualidades son esenciales para ser una buena enfermera?

Yo pienso que la profesionalidad es un pilar muy importante, pero también lo es la vocación, y no puede estar la una sin la otra. No puede haber vocación sin profesionalidad, ni profesionalidad sin vocación. Y luego el respeto, la cercanía y la familiaridad... todo eso hace que el trabajo se lleve mucho más fácil, tanto para la persona que está allí y que tiene una patología, como para nosotros con el paciente. También otro pilar fundamental es la empatía, sobre todo en unidades como la nuestra donde pasan largas estancias los pacientes y su familia, donde los conoces y eres parte de sus problemas y parte de sus soluciones siempre.

¿Cuál diría entonces que es la misión de una enfermera?

Yo siempre lo resumo en una palabra: cuidar. Y en la oncología se cuida desde el principio hasta el final. Unas veces acompañando, otras veces poniendo nuestra profesionalidad, nuestros conocimientos, poniendo una medicación y otras veces escuchando.

Cada niño tiene siempre algo especial por el que se le recuerda

Rosa Romero

Su labor entonces va mucho más allá de la aplicación de sus conocimientos sanitarios.

Claro, es una profesión que, aunque los tratamientos son complejos y conllevan mucho tiempo, la verdad es que se convive con los pacientes y con su familia y se detectan problemas que, a veces, pueden ser psicológico o que, a veces, solamente con información, con acompañamiento o con que esté la enfermera a su lado, pues les ayuda bastante. Es una labor de toda la unidad en conjunto.

¿Cree que la empatía y esa cercanía puede influir en la recuperación de los pacientes pediátricos?

Sí, mucho. Porque la empatía hace que tanto los niños como los padres confíen en ti y los cuidados sean mucho más fáciles de llevar siempre. El ponerse en la piel del otro hace también que detectes problemas que algunas veces ellos ni siquiera te dicen.

Sin embargo, los hospitales pueden ser a veces lugares fríos e imponentes, ¿considera que hace falta más empatía y humanización en la atención sanitaria?

Sí, la verdad es que sí hace falta y también veo una deficiencia importante de la empatía en el poder estar con el paciente, el poder hablar, jugar con un niño, gastarle una broma... todo eso conlleva tiempo y cuando falta tiempo, porque las cargas de trabajo son importantes o porque no hay personal suficiente, todo eso merma en la calidad que podemos dar y se nota.

La empatía hace que tanto los niños como los padres confíen en ti

Rosa Romero

Y a nivel general de la sociedad, ¿cree que suspendemos en empatía?

Yo creo que sí y que en la sociedad de hoy en día ese aspecto se da un poco de lado, porque vivimos en una sociedad donde todos vamos muy deprisa y nos ponemos quizás a veces poco en los zapatos de otra persona.

Para terminar, ¿alguna anécdota que recuerde con especial cariño a lo largo de estos años y que refleje ese enfoque empático por el que han querido reconocerla?

Anécdotas tengo muchas porque llevo muchos años trabajando en oncología y cada niño tiene siempre algo especial por el que se le recuerda. Pero para mí hay una cosa que es un honor, y es que algunos niños llegado un tiempo, y sobre todo cuando son más mayorcitos, dicen que yo soy la tita del hospital. Y eso es una cosa que a mí personalmente me halaga mucho y me veo una tita con un nombre muy grande. La verdad es que estoy muy agradecida a los padres porque para mí es un honor recibir esta distinción y para toda mi unidad.

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