Marca Málaga

El reto de la sostenibilidad

«El Plan Estratégico 2024-2030 ya incluye actuaciones en los tres ejes de sostenibilidad»

Vista del Puerto de Málaga

Vista del Puerto de Málaga / La Opinión

Carlos Rubio

Carlos Rubio

Si existe un consenso casi universal en los tiempos que corren ese sería seguramente la necesidad de avanzar en la sostenibilidad de las actividades humanas, habida cuenta de la limitación de los recursos disponibles y la evidente fragilidad de los equilibrios medioambientales del planeta. Ello es así en cualquier ámbito de actividad que nos planteemos, pero adquiere singular importancia en todo lo relacionado con la logística, puesto que el transporte y distribución de mercancías en una economía globalizada se ha convertido en la columna vertebral del modo de vida actual.

Y al hablar de sostenibilidad no estoy limitando el concepto exclusivamente al ámbito medioambiental, siendo este quizá el reto más evidente en la medida en que el proceso de cambio climático claramente se está acelerando como consecuencia de la actividad humana, sino también incluyo como retos la sostenibilidad económica (esencial para la continuidad de cualquier actividad), y la sostenibilidad social.

En esta triple acepción del concepto de sostenibilidad, la pandemia de COVID-19 fue sin duda un punto de inflexión por cuanto golpeó de manera importante las cadenas de valor globales en torno a las cuales se ha organizado gran parte de la producción manufacturera mundial. La interrupción de muchas cadenas de suministro, y la consiguiente escasez de bienes o materias primas puso de manifiesto la difícil sostenibilidad del modelo de globalización planteado, y la necesidad de buscar alternativas.

Algunas consecuencias ya las estamos percibiendo actualmente, con una relocalización de industrias a entornos regionales más próximos, reduciendo con ello el impacto de la actividad logística.

Centrándonos en el papel que juegan los puertos en este proceso, debemos diferenciar entre las actividades relacionadas con el transporte de mercancías y pasajeros, y las actividades propiamente portuarias de carga, descarga y tránsito de mercancías.

Con respecto al primero, las grandes compañías que dominan el tráfico marítimo (MSC, Maersk, Hapag Lloyd, COSCO SHIPPING, etc.) ya están haciendo importantes inversiones en la búsqueda de combustibles alternativos que reduzcan o eliminen la huella de carbono de sus buques. Aún es pronto para saber cuál es la tecnología que se impondrá finalmente, pero parece claro que ese esfuerzo inversor obtendrá resultados más pronto que tarde.

Pero los puertos tenemos una importante tarea por delante, y muy especialmente los puertos que, como el de Málaga, se encuentran situados en el centro de grandes ciudades que basan su estrategia de crecimiento en el turismo, la cultura, la innovación y el emprendimiento.

En este sentido, tanto la iniciativa ‘Málaga, Puerto Verde’ aprobada en el año 2019, como más recientemente el Plan Estratégico 2024-2030 de la Autoridad Portuaria de Málaga prevén actuaciones en los tres ejes de sostenibilidad, si bien en la parte ambiental hay una clara apuesta por la reducción de los gases de efecto invernadero a través de la electrificación de los muelles, la implantación de sistemas de generación renovable, el desarrollo de zonas verdes allí donde sea posible y el avance y mejora del espacio portuario-ciudadano son algunos de los desafíos a los que tendremos que hacer frente los próximos años; conjuntamente con la implantación paulatina de medidas para reducir la huella de carbono de las cadenas logísticas internacionales, y donde el Puerto de Málaga y el Puerto Seco de Antequera se configuran como nodos estratégicos que fomentan la eficiencia y la sostenibilidad del transporte intermodal, con una apuesta decidida por el uso del ferrocarril.

Desde una perspectiva técnica y financiera, la mayor complejidad la encontraremos en la electrificación de muelles y sistemas portuarios. Pensemos que el Puerto de Málaga se encuentra ubicado, como ya se ha dicho, en pleno centro de la ciudad.

Ello tiene dos implicaciones inmediatas: por un lado, existe un déficit de potencia que obligará a traer la energía desde zonas relativamente alejadas; por otro, las inversiones necesarias para ese transporte, unidas a la necesidad de construir una nueva subestación eléctrica que permita la conversión de la electricidad de alto o medio voltaje en bajo son extremadamente elevadas, y el marco regulatorio actual hace muy difícil su rentabilidad a medio plazo.

Pero indudablemente todos deberemos remar en la misma dirección, ya que el compromiso adquirido por la Unión Europea de reducir las emisiones de gases con efecto invernadero en al menos un 55% antes de 2030 nos empuja a ello.

De hecho, la Autoridad Portuaria de Málaga ya ha incluido en su Plan de Inversiones las actuaciones necesarias para incrementar el suministro de potencia disponible en 25 MWaT, lo que permitiría en una primera fase la electrificación de los muelles destinados a ferris así como al menos uno de los destinados a cruceros. Cabe recordar que los muelles uno y dos que están electrificados para el suministro a megayates. En una segunda fase se prevén incrementos adicionales de potencia que permitan seguir avanzando en la electrificación de los restantes muelles.

El reto es complejo, pero es evidente que no hay otro camino más que el de seguir avanzando en la sostenibilidad.

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