Opinión | Viento fresco

Propósitos de verano

Perder solo tres gafas, evitar el ascensor, ponerme impertinente en una herboristería, fundar una tertulia, el aperitivo en Biarritz, colar la palabra caletre en una charla

Bártulos de afortunada bañista.

Bártulos de afortunada bañista. / Jorge Zapata

Hay planes para este verano, ver llover en un diminuto pueblo de Vizcaya, leer a un poeta sin premios, tomar el sol sin esos dos grandes, a decir de Julio Camba, enemigos de los nudistas: el resfriado y las gafas.

Corregir el punto de un gazpacho, descubrir un vino rosado, enseñar a un amigo a salir de un laberinto, escribir el prólogo para el libro de un vecino, desordenar recuerdos, perderme entre gaditanos, malagueñear en Dublín, redescubrir garitos en Madrid, perpetrar aforismos, merendar sin culpa, el aperitivo en Biarritz, pensar en los bretones, aprender de memoria un mapa de carreteras de Galicia, echar de menos el frío, comprar sandías, hacer de anfitrión, acudir al oculista, tener más vista con las compañías, adherirme a un manifiesto, madurar un texto, no preguntar dónde está el hielo, aumentar la colección de frases iniciales de novelas, esquivar pelmas, engañar al algoritmo, bailar en una verbena, aprender palabras en finés, no soñar con turbulencias, apología de los espetos, devolver croquetas a los corrales, fundar con la imaginación una editorial, volver a ese garito, estudiar a los incas, cenar paella, ese poema al gorrión, otra vez, de Claudio Rodríguez; al estadio con palomitas, evitar el ascensor. Y las camisas de manga corta. No ensalzar el lino, regalar un monopatín, retar a un chuloplaya, contar batallitas de las moragas, aprender la biografía de un segundón, adoptar un tertuliano, discutir sobre Herodes, desarmar a un ultra, opinar sobre el colesterol, perder unas gafas, magrear una esquina. Nacionalizar una silla, no decir ‘pistoletazo de salida’, desanudar un dogma, evitar el término rocambolesco, meter en una conversación la palabra caletre, adoctrinar a un gato.

Morder carmín, fundar una tertulia, sabotear un conciliábulo de tontos. Y ver al folio en blanco desde la barrera. Y que embista.

Camisa de flores por primera vez, repasar El Padrino. Discutir sobre Allen. No pisar moqueta. El verano es para el que se lo trabaja. Censar corbatas, perder solo tres gafas, chapuzón cantábrico, inmiscuirme en un jurado, postureo en Instagram metiendo barriga, alforjas para el viaje. Ponerme impertinente en una herboristería.

Discutir una legalidad, aparcar sin pagar, protestar en el banco. Dosificar los tacos, o sea, el jamón en lonchas. Aspirinas los días impares y que me quiten lo bailao. En octubre.

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