Opinión | Viento fresco

No van a poner ni un raíl

Se levanta uno pesimista respecto a la posibilidad de que el tren litoral (como la fabada) se culmine, se haga realidad, alguna vez

Tren de Cercanías en la estación Málaga-María Zambrano.

Tren de Cercanías en la estación Málaga-María Zambrano. / Álex Zea

Se nos acumula el pesimismo como a un hamaquero se le acumula el trabajo una mañana de agosto: el tren litoral de Málaga a Algeciras no se va a hacer. Como mucho, dentro de bastantes años, el Cercanías se prolongará desde Fuengirola hasta Marbella. Si acaso.

Se ha levantado uno hoy profeta como podría haberse levantado filatélico, delantero, atleta u oficinista. El Gobierno, para acallar críticas, ha convocado una reunión el día 17 sobre el asunto. No preside el ministro Puente, preside un segundo, el asunto es de segunda. Irán representantes de la Junta, que piden fondos pero no quieren recaudar impuestos, y de la Diputación. También alcaldes. Ninguno ha reservado suelo nunca. Los alcaldes se apuntan a un bombardeo, por lo tanto quieren ir a Madrid a oler y pedir y de paso dar tal vez un garbeo por la Gran Vía. Si usted se da un paseo a media mañana por la Gran Vía y la recorre de cabo a rabo, seguro que, sin saberlo, entre el marasmo y el gentío se cruza con varios concejales. De Oviedo o de Calatayud, de Chiclana o de Pontevedra, todos encomendados a alguna gestión capitalina y haciendo hora para almorzar en el sitio que un sagaz ayudante les haya reservado.

Apuesto a que de la reunión del 17 sale otra reunión pero ya para septiembre, si eso. Y una mesa. Una mesa de trabajo. Yo a veces trabajo en el suelo, pongo el ordenador en el suelo o césped, coloco un cojín para el culo y me siento a lo indio y trabajo. Se está más fresquito, pero sobre todo se ven los problemas a ras de tierra.

Si contemplas el horizonte e incluso los problemas sentado en una silla, la perspectiva es distinta. No termina de ser una altura de miras así que se queda en una mediocridad. El mundo es mediocre por tanta gente que trabaja siempre sentada. Los que más nos divierten, y a los que más admiramos, trabajan corriendo o saltando o danzando tras una pelota o dándose mamporros en una película. También atendiendo un bar o trayéndonos una buena botella de vino. Rimbaud escribía de pie, dato este último que conviene que no contraste en Google, cuyo algoritmo está sentado esperando que usted cometa un fallo para volverle a servir los mismos contenidos. Nos conformaríamos con que el balance a final de año de todo este enredo del tren (Litoral, como la fabada) fuese o fuera el encargo de un embrión de un estudio previo del estudio previo sobre cómo colocar el primer raíl y tal. Habría ahí un rayito de esperanza, débil sin embargo para cubrir la distancia de Málaga a Algeciras.