Opinión | Tribuna

Actores de una sociedad cambiante

«Los medios no son ajenos a la polarización actual. Ya no hay espacios intermedios de debate porque, simplemente, o estás conmigo o contra mí»

Corren tiempos complejos en los que la enorme polarización en la que se desenvuelve el debate político en España se extiende y contamina, como una mancha de aceite, todo lo que toca. Los medios de comunicación no son ajenos a esta peligrosa deriva en la que, desgraciadamente, nos vemos inmersos y en la que parece que ya no hay espacios intermedios de debate porque, simplemente, o estás conmigo o contra mí. La respuesta de gran parte de la sociedad ante este fenómeno oscila entre el desapego y la desconfianza hacía el que, sin duda, es uno de los pilares esenciales de cualquier democracia: la libertad de prensa. Es precisamente en estos momentos donde cobra todo su valor la independencia, el rigor informativo y la imparcialidad de la que lleva haciendo gala La Opinión de Málaga durante los últimos 25 años.  

Durante este periodo, nuestra provincia ha experimentado profundos cambios que han posibilitado su consolidación como un destino internacionalmente reconocido. Podríamos citar multitud de municipios de nuestro entorno más cercano que han apreciado, en estos años, un salto cualitativo a escala poblacional y económica. Quizás el ejemplo más relevante sea el de la ciudad de Málaga, que ha llegado a convertirse en una de las principales urbes de España. Una transformación que no ha sido fruto del azar, sino de un plan inteligentemente trazado y bien ejecutado -facilitada por la estabilidad política de la que hemos gozado.

Nuestro potencial en el ámbito de la cultura y de las nuevas tecnologías es ya una realidad, más allá del indudable valor que para nuestra economía siempre ha tenido el turismo. Prueba de ello es, que en la última década nos hemos convertido en el destino turístico urbano de España con mejor evolución, según los datos del Informe de Coyuntura Turística del Instituto Nacional de Estadística (INE), a la par que nos hemos embarcado en una carrera global por atraer talento y empresas multinacionales de primer nivel en sectores punteros, muchas de las cuales ya se han instalado en nuestra tierra, atraídas por el ecosistema que, poco a poco se ha ido generando, aderezado por nuestra indudable calidad de vida. 

Como actor principal de esta transformación ha estado el sector de la construcción y promoción inmobiliaria, creando espacios y servicios adaptados a estos crecimientos, lo que nos ha permitido competir, en pie de igualdad, con otros destinos de gran atractivo.

No cabe duda de que determinadas obras públicas han contribuido, decididamente, a situar a Málaga en el mapa, como la nueva terminal y la segunda pista del aeropuerto, con la multiplicación de conexiones a destinos nacionales e internacionales, que probablemente haya sido una de las más destacadas. No obstante, no podemos olvidar otras, como los avances en la red de metro, la mejora de la red de carreteras y autovías, de la red de alta velocidad ferroviaria, la regeneración de la costa o los importantes avances en materia de depuración de aguas residuales, que son también hitos singulares que han contribuido al significativo avance que ha experimentado nuestra provincia, y que no habrían sido posibles si no hubiéramos contado con un potente sector constructor de primer nivel capaz de ejecutar obras de enorme complejidad técnica. 

También es de destacar el papel primordial que ha jugado la sinergia generada entre la inversión en obra pública y la inversión privada. Como muestra de ello, cabría citar la actuación de ampliación y mejora del puerto de la capital, y con ella la apertura de la ciudad al mar para uso de los ciudadanos; actuación que ha permitido desarrollar una nueva industria turística vinculada a los cruceros vacacionales, gracias a la cual Málaga compite con otros destinos nacionales como Barcelona y Valencia que, tradicionalmente, eran los receptores, casi en exclusiva, de este tipo de embarcaciones.

Y como no, la inversión empresarial asociada a la creación de hogares, que ha sido vital para dar satisfacción a las necesidades habitacionales, no sólo, de aquella parte que se corresponde con el crecimiento natural de nuestra población, sino también a la de todos aquellos que han visto en nuestra tierra un lugar ideal, y una oportunidad, para desarrollar una vida personal y profesional, o simplemente un lugar de descanso vacacional y que han decidido instalarse con nosotros.

Pero no todo está hecho, son muchas las tensiones y problemas que ya detectamos, y que seguirán naciendo, ya que nuestra vocación es seguir creciendo a un ritmo mayor que otros territorios en los próximos años. Problemas que, aunque no hayan sido ajenos a ningún territorio que haya experimentado una metamorfosis similar, hay que intentar atajar, e incluso adelantarse a ellos. Este es el reto que asumimos desde el sector de la construcción y de la promoción, aportar propuestas dirigidas a conseguir mejorar nuestra sociedad. En esta tarea, estamos seguros de que seguiremos contando con un riguroso observador de la cambiante realidad malagueña, que actuará como el potente altavoz, que hasta ahora ha sido, para anunciar las luces y denunciar las sombras, como es La Opinión de Málaga.