Crónicas de la ciudad

El Parque de la Memoria, en San Rafael

El Parque de San Rafael es uno de los mejores logros de Paco de la Torre, una lección de tolerancia, reconocimiento y humanidad frente al sectarismo rampante, además de una necesaria zona verde para Málaga.

Una de las placas de las fosas comunes de malagueños asesinados y al fondo, el panteón de militares fallecidos.

Una de las placas de las fosas comunes de malagueños asesinados y al fondo, el panteón de militares fallecidos. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

El sectarismo en España se evidencia sobre todo en el tratamiento que muchos compatriotas aún otorgan a los dictadores. Todos conocemos a encendidos antifranquistas que, sin embargo, son incapaces de condenar a dictadores viles como los hermanos Fidel y Raúl Castro, sólo porque son de izquierdas. 

En el ramo contrario, los más firmes acusadores de los desmanes de tiranos execrables como Daniel Ortega o Nicolás Maduro se ven incapaces de mantener la misma firmeza contra dictadores tan repulsivos como Franco o Pinochet.

Como resultado, estos dos extendidos tipos de sectarios sólo coinciden en calificar de ‘dictador’ a Miguel Primo de Rivera

Eso explica que, cuando un dictador sanguinario como Vladimir Putin comenzó -más bien, continuó- la invasión de Ucrania, en las redes sociales muchas discusiones se centraron en tratar de esclarecer -antes de lanzar condena alguna-, si el gánster del Kremlin era de derechas o de izquierdas; no fueran a meter la pata. 

En un clima como este, resulta gratificante y ejemplar pasear estos días por el Parque de San Rafael; sin duda, uno de los mejores legados de nuestro alcalde Paco de la Torre, no sólo porque Málaga cuente con una zona verde más, sino sobre todo por la lección que supone de tolerancia, reconocimiento y compasión ante el sufrimiento ajeno; venga de donde venga. 

Detalle de una del emplazamiento de una de las fosas comunes, en el Parque de San Rafael.

Detalle del emplazamiento de una de las fosas comunes, en el Parque de San Rafael. / A.V.

Aquí fueron asesinados como chinches malagueños acusados de ser de derechas, que en su día recibieron el merecido recuerdo y homenaje. Y, en muchísimo mayor número, asesinados como chinches malagueños acusados de todo lo contrario, de ser de izquierdas y que permanecieron en el anonimato del bando perdedor, el del Gobierno legítimo, tirados y olvidados en fosas comunes.

El Parque de San Rafael se ha convertido así en un emocionante y hermoso Parque de la Memoria. A la pirámide que homenajea a los asesinados hay que sumar las placas de acero corten que, en mitad de la hierba, recuerdan el emplazamiento de estas fosas y, a pocos metros, el precioso y sobrio panteón de los militares fallecidos, muchos de ellos muertos durante la Guerra de Melilla, de la que Málaga fue tan protagonista.

Qué ejemplar resulta que un rincón de Málaga recuerde, sin revanchismo, a esas personas asesinadas y luego olvidadas en las fosas durante décadas, y que el alcalde no sólo lo haya permitido sino alentado. Sin sectarismos.

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