XXV aniversario

Grandes retos: vivienda, infraestructuras y agua

La economía malagueña viene mostrando un ritmo robusto de crecimiento que supera la media española y europea. Sin embargo, hay factores que, de no poner remedio, amenazan con constreñir el dinamismo de la provincia

El embalse del Conde del Guadalhorce, en febrero.

El embalse del Conde del Guadalhorce, en febrero. / Álex Zea

José Vicente Rodríguez

José Vicente Rodríguez

La economía malagueña sigue mostrando un buen ritmo de crecimiento y registrará en este 2024 una subida del 2,7% del PIB, tasa que estará por encima de la media española (1,9%) y que triplica el aumento esperado en la zona Euro (1,3%), según las últimas previsiones de Analistas Económicos de Andalucía, del Grupo Unicaja. La provincia de Málaga viene ostentando durante estos últimos 25 años el papel de «motor económico» andaluz, al liderar de forma casi continua el crecimiento de la región y concentrar también de forma regular la cifra más alta de empresas (58.445 a cierre del mes de abril). No obstante, pese a la pujanza de la provincia y el buen comportamiento del turismo y las exportaciones, hay tres factores que amenazan con lastrar el crecimiento de Málaga si no se corrigen: los altísimos precios de la vivienda, la preocupante situación de sequía y la necesidad de infraestructuras de transporte por toda la provincia que ayuden a «permeabilizar» y «homogeneizar» económicamente el territorio, para evitar así que los municipios de interior se queden al margen del empuje que lideran Málaga capital y la franja de la Costa del Sol.

La escalada del precio de la vivienda está en boca de todos desde hace años. Por tirar de un dato oficial, Málaga encabezó el pasado año la subida de la vivienda libre en España (incluyendo tanto nueva como segunda mano), según los datos de tasación del Ministerio de Vivienda y Agenda Urbana, con una subida interanual del 9,7% y un valor de medio de 2.272 euros por metro cuadrado, su valor más alto desde 2008. Basta recordar que durante la larga crisis económica que siguió al reventón de la burbuja, cayeron en Málaga a mínimos en el entorno de los 1.450 euros durante los años 2013 y 2014. Así, el valor de la vivienda en la provincia ha subido un 57% en estos últimos diez años. Los sueldos de los malagueños, evidentemente, lo han hecho en muchísima menor cuantía.

En esta tremenda dinámica de mercado pesan factores como una oferta de vivienda muy escasa frente a una demanda absolutamente desbocada, tanto de la propia población malagueña como de los nuevos residentes que, año a año, van llegando a la provincia atraídos por su mercado laboral y su excelente calidad de vida. No hay que olvidar que Málaga ha ganado medio millón de habitantes desde aquel 1999 en que nació La Opinión y supera los 1,75 millones de habitantes, con expectativas de rondar los dos millones de cara a la próxima década. El escenario se completa con fenómenos como el boom de viviendas turísticas, que ha reducido mucho el parque de alquiler residencial disponible, tirando aún más al alza de los precios.

El Colegio de Economistas y el de Arquitectos, además de la Asociación Provincial de Constructores y Promotores (ACP) vienen señalando además como uno de los grandes problemas de desarrollo el prolongado número de años que pasa entre que un suelo pasa a estar disponible para construir y el momento en que las nuevas promociones de viviendas pasan a estar disponibles, algo que achacan a la excesiva burocracia de las administraciones.

Vista aérea de la zona oeste de Málaga: Sacaba, playa de la Misericordia y terrenos de La Térmica.

Los desarrollos de vivienda en el litoral oeste de Málaga capital. / Álex Zea

Infraestructuras y sequía

Otro desafío al que se enfrenta Málaga es el de las infraestructuras. Aquellos años de la primera década del siglo XXI en que el AVE llegó a la provincia y se amplió el Aeropuerto con la T-3 movieron cerca de 1.500 millones de euros por ejercicio en obra pública, unas cifras que, después de la crisis económica que arrancó en 2008, no se han vuelto a ver ni de lejos. El volumen en 2023 se situó en 512,4 millones, el peor dato del último lustro, tras un descenso general de las adjudicaciones. La provincia demanda urgentemente actuaciones en materia de carreteras y de transporte ferroviario que faciliten las comunicaciones por toda la provincia (el tren litoral es una de las grandes demandas históricas).

El decano del Colegio de Economistas, Manuel Méndez, considera «clave» facilitar los desplazamientos por todo el área metropolitana de Málaga, algo que, a su juicio, también permitiría conseguir una «homogeneización económica», reduciendo las diferencias de los municipios del interior con respecto a la zona de la capital y de la Costa del Sol.

En los últimos dos años, la sequía ha mostrado además su cara más cruenta, lastrando el avance de del Producto Interior Bruto (PIB) a nivel andaluz. El PIB creció en Andalucía un 2,5% en 2023, según el Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía (IECA) y, según ha afirmado en varias ocasiones la consejera de Economía, Hacienda y Fondos Europeos, Carolina España, si la pluviometría hubiera sido la de un año normal de un periodo sin sequía, la región podría haber crecido dos puntos más (al 4,5%). El crecimiento de 2023, en todo caso, está en línea con el experimentado en el conjunto de España (2,5%, según el INE), algo a valorar teniendo en cuenta que la sequía impacta de forma más acusada en Andalucía, donde el peso del sector primario en la estructura productiva prácticamente duplica el del conjunto nacional. La economía andaluza sigue teniendo su principal peso en la agroindustria y el turismo, aunque segmentos como la tecnología o las energías renovables ganan protagonismo.

En el caso de la provincia de Málaga, las reivindicaciones de nuevas infraestructuras hidráulicas son también permanentes. La patronal agraria Asaja recuerda la necesidad de seguir apostando por una red de infraestructuras hídricas que puedan garantizar la optimización de los recursos, regulando cauces como Río Grande o Guadiaro y sin olvidar las soluciones que aprovechan las aguas regeneradas y las que desalan el agua, incluida la del mar. Resolver el tema del abastecimiento de agua es, por supuesto, vital tanto a nivel residencial como económico. Las exportaciones del sector agro malagueño están en cifras récord (más de 1.400 millones el pasado año), con productos como el aceite de oliva y los subtropicales como motores, y su evolución futura dependerá también de la cuestión hídrica. No se trata de una cuestión baladí, ya que el campo malagueño representa el 50% de todas las exportaciones totales de la provincia. Otro sector muy sensible con el tema de la sequía es el turismo.

«Es momento de aunar esfuerzos. Es algo que afecta a todas las industrias productivas, aunque el sector agro y el turístico sean, en principio, los que pueden sufrir más. Y vaya por delante que lo principal es el servicio a la población malagueña, los que vivimos aquí, aunque luego exista esa derivada empresarial», señalaba a este periódico a inicios de este año el presidente de la Cámara de Comercio de Málaga, José Carlos Escribano.

«Debemos apostar por un equilibrio en el consumo del agua y transmitir que somos un destino turístico sostenible y, por lo tanto, que sabe gestionar los recursos», añadía Escribano, que apuesta por las desaladoras como parte de la solución y por y innovaciones técnicas para la optimización de canalizaciones.