Narrativa / ilustración

El París de Modiano y los sutiles dibujos de Pierre Le-Tan

‘Memory Lane’, el retrato dibujado y en prosa de unas vidas ociosas e indolentes en un mundo de falsa elegancia, que pasa para no volver. Modiano y Le-Tan retratan con complicidad la fascinación por un París perdido en el pasado

Patrick Modiano.

Patrick Modiano. / L. O.

Nos llega de nuevo Modiano, aunque es un Modiano que, como sus propias historias, nos viene de la nostalgia de otros tiempos, narrados en 1983 que es cuando se publica ‘Memory Lane’ y que ahora llega a España de la mano de Anagrama. La historia nace de un trabajo al alimón entre Modiano y su amigo el ilustrador francés de origen vietnamita Pierre Le-Tan que aporta los exquisitos dibujos que ilustran la narración del Nobel.

Modiano y Pierre Le- Tan, que falleció en 2019, fueron amigos y cómplices. Ambos compartían la fascinación por el París del pasado, habitados por individuos con historias borrosas que resurgen de un pasado no muy lejano, bajo el efecto de una llamada de la memoria.

La colaboración de Modiano con Le-Tan no fue pasajera, duró años y produjo un trabajo en común de gran visibilidad y perfección.

Desde joven Modiano -manteniendo su universo central en la literatura- se ha prestado a incursiones y colaboraciones importantes en la música y el cine, principalmente. Un joven Modiano, en colaboración con su amigo de entonces el músico Hughes de Courson, escribía canciones, algunas de las cuales fueron grabadas por Francoise Hardy, ya entonces la cantante mas exitosa de Francia, y también para otros cantantes. Su canción . ‘Étonnez-moi, Benoît’, cantada por la Hardy fue un éxito y durante un verano la canción sonó a todo volumen en las radios en la voz de la novia de Francia. Otra media docena de canciones de Modiano fueron grabadas por otros cantantes, como Régine y por la cantante folk Myriam Anissimov, que tuvo un breve romance con el escritor. El resto se encargó de grabarlas su amigo Hughes de Courson en un trabajo titulado Fonds de tiroir .

Más importante fue su incursión en el cine. En 1974 coescribió el guión de Lacombe, Lucien, la película dirigida por Louis Malle. La película fue una conmoción en Francia porque tocaba un tema hasta entonces tabú y ocultado a la mayoría de los franceses como fue el de la verdadera magnitud del colaboracionismo en la Francia ocupada en la Segunda Guerra Mundial.

Modiano ha participado también en otros tres guiones: ‘Un innocent’, episodio de la serie ‘Madame le juge’ (1975), ‘Le Fils de Gascogne’, de Pascal Aubier (1995) y ‘Bon voyage’, de Jean-Paul Rappeneau (2002). Ademas escribió junto a Catherine Deneuve un libro sobre la hermana de esta, la también actrizFrançoise Dorléac.

Como anunciábamos más arriba, la colaboración entre Modiano y su amigo Le-Tan se alargó durante años. Le-Tan es el autor de los dibujos que ilustran las portadas de más de una docena de libros del escritor. Tras su trabajo al alimón en ‘Memory Lane’, ambos artistas presentaron ‘Muñequita rubia’, una especie de juego literario, un capricho elaborado en complicidad por los dos, una pieza teatral sobre un a antigua banda musical que logró un gran éxito con la canción Muñequita rubia.

Ahora con la publicación de ‘Memory Lane’, otro divertimento, especialmente de Modiano, podemos apreciar con claridad la clara complicidad de ambos autores, una complicidad que nace de compartir una misma imagen simbólica de París, una geografía compartida y añorada de un París soñado y casi perdido ahora en la bruma del tiempo. Leer a Modiano y ver los dibujos de Le-Tan es una misma cosa, un mismo ejercicio de visualizar una ciudad añorada e idealizada, cautivadora en el tiempo, un tiempo que ya se fue. Son textos y dibujos entrecruzados, estrechamente asociados.

Modiano nos narra aquí las idas y venidas de un grupito de amigos que deambula en un mundo falso de elegancia y sofisticación, que viven por encima de sus posibilidades y van a villas turísticas y fiestas mientras la carcoma hace estragos en su mundo simulado. A la par, Le-Tan nos lleva con sus ilustraciones a esos escenarios con los interiores burgueses de la posguerra, cómodos y sobrios que proporcionan una sensación de elegancia ante la que es difícil resistirse.

Al narrador lo introduce en «el grupito» Georges Bellune, que trabajaba con el en una editorial musical. Con el conoció a los Contour: Maddy Cotour, 40 años, rubia, alta, tez bronceada, ojos claros. Fue modelo en su juventud y Paul, diez años mayor, alto, moreno y corpulento. La guerra cortó su brillante carrera de abogado y ahora se dedicaba a negocios poco claros que siempre estaban en la cuerda floja. Luego conoció al grupito que se reunía en un bar de la avenida de Friedland, de decoración sepulcral. Allí estaban Christian Winegrain, un tal Bourdeon, la compañera de Winegrain, la adolescente Françoise, y una escandinava de risa fácil. La patrona del bar era una martiniquesa a quien llamaba «madame Camoëns». Winegrain, era el garbanzo negro de su familia y temía ser desahuciado. Bourdon y él eran amigos desde el colegio. Cada cierto tiempo viajaban por Oceanía o Brasil y regresaban cargados de diapositivas y temas para conferencias, pero solo tenían interés en «vivir su vida». Su dormitorio era la reproducción de un camarote y a lo largo del pasillo estaba lleno de fotos de sus conquistas femeninas.

Llegaron dos miembros mas: Claude Delval, un anticuario de maderas claras, y su joven compañero, un moreno de perfil impecable que estudiaba Arte Dramático y decía llamarse Michel Maraize.

Los Contour tenían en Sologne una propiedad, llamada Grosbois donde acudían los fines de semana de octubre a junio. Delval también tenía allí una casa. Las veladas eran para jugar al póquer o al bridge también para cantar. Era entonces cuando Bourdon y Winegrain cantaba la canción ‘Memory Lane’. La canción hablaba de unos caballos que pasan al amanecer para no volver.

En junio se instalaban en La Hacienda, la casa de recreo de los Contour en la Costa Azul . Todo era fachada, decadencia y superficialidad. La casa de la Costa Azul hipotecada y sin luz por falta de pago, se iluminaba con velas; la residencia de Sologne, también hipotecada y el piso de la avenida Paul-Doumer, en vías de embargo. Tras la aparente vida de confort y elegancia, todo era decadencia y deterioro. Aun así todos redoblaban sus esfuerzos para avivar el fuego de antaño de tiempos mejores. Pero todos parecían debatirse por ultima vez antes de dejarse llevar y destruir por la corriente.

Diez años después el narrador vuelve a Francia y pide noticias del grupito. Grosbois, La Hacienda y el piso de Paul-Domer habían sido embargados a causa de los reveses financieros de Paul. Donde La Hacienda había un edificio en forma de pirámide. Grosbois era una colonia de vacaciones. La vida real había pasado con toda su crudeza y su fuerza para desarbolar y destruir el decorado de esa otra vida artificial.

Memory Lane   

  • Patrick Modiano /Pierre Le-Tan
  • Editorial: Anagrama
  • Traducción: Emilio Manzano
  • 88 páginas, 16,90 €