Hasta mediados del siglo pasado el semillero de grandes futbolistas europeos se concentraba en el Este del viejo continente. Si en su primera parte lucieron ingleses y austríacos, en los años 30 comenzaron a emerger las grandes figuras checoslovacas y húngaras, dentro de las cuales nos encontramos con un talento fuera de lo común como el que surgió en la denominada «Reina del Danubio» como era Budapest.

Y es que para llegar a ser grande dentro del mundo del balompié no solo hace falta poseer gran talento con los pies, sino que quizás la parte fundamental del juego reside en la inteligencia que se atesore como la que en su día poseyó Gyorgy Stefanicsics-quien con el paso del tiempo adoptase el nombre de György Sárosi para que sonara más a húngaro-, un joven prodigio de los estudios y del fútbol.

De padre magiar y madre italiana, György nació en la capital de Hungría el 16 de septiembre de 1912 en el seno de una familia muy ligada al deporte. Su hermano Bela también era futbolista, mientras que László fue jugador de waterpolo. A la edad de 15 años entraría a formar parte de la cantera del Ferencváros, club en el que permanecería toda su carrera desde 1927 a 1948. Mientras jugaba a su pasatiempo favorito el joven Sárosi se preparó para ser un buen abogado, pero con el paso del tiempo y debido a las penurias económicas de la familia decidió inicialmente hacerse jugador profesional.

Curiosamente sus primeros pasos los daría como defensa central, debutando con el primer equipo en 1931 cuando apenas había alcanzado la mayoría de edad. Pero su destreza y habilidad en el manejo del balón pronto le valdría para ocupar la zona definitoria del equipo de la mano de Zoltan Blum, su entrenador antaño elegante centrocampista y máximo valedor. El estreno en el primer equipo no pudo ser mejor ya que logró salir campeón de liga sin cosechar derrota alguna, hecho histórico que el club no ha conseguido volver a repetir. El propio Blum le definiría como un futbolista fuerte, rápido y de talento para el juego aéreo. Había nacido una estrella.

Su progresión fue meteórica y pronto comenzaron a llegar los goles y los reconocimientos en forma de títulos, tantos que al final de su carrera los números señalarían 351 tantos en los 383 encuentros oficiales que acumularía en sus piernas. Con las Zöld Sasok (águilas verdes) conquistaría 5 ligas, 5 copas húngaras y la joya de la corona como fue la Copa de Europa -Copa Mitropa- de 1937, competición que le catapultó a la fama mundial.

Tras la inolvidable final de 1933 entre Ambrosiana Inter y Austria de Viena, el torneo había adquirido una popularidad inusitada y en la décima edición tendría como gran protagonista a Sárosi y a su equipo que habían realizado una competición extraordinaria dejando en la cuneta a Slavia de Praga, First Vienna FC, FK Austria respectivamente, antes de plantarse en la finalísima contra la SS Lazio.

El 12 de septiembre en el estadio Ülloi út de Budapest y ante más de 30 mil espectadores, el Ferencváros lograría una importante victoria por 4-2 con un impresionante hat trick de Sárosi quien sería literalmente sacado a hombros del estadio tras su gran exhibición a pesar de la cautela que pedía el «abogado».

La vuelta disputada en el Stadio Nazionale de Roma el 24 de octubre con más de 35 mil aficionados como testigos, fue un espectáculo digno de recordar durante mucho tiempo. Llevados en volandas por los tiffosi, los laziales en apenas media hora habían logrado igualar la eliminatoria con goles de Costa, Camolese y Piola por partida doble. Únicamente Sárosi fue capaz de resistir las embestidas italianas quien con 2 tantos consecutivos lograba mantener vivo a su equipo. Toldi, al borde del descanso, anotaba el 4-3 que sentaba como un tremendo jarro de agua fría a los italianos.

El pánico inicial se tornó en una «verde» danza celestial tras la reanudación donde Lázár anotaba el tanto de la igualada, para que Sárosi apuntillase a la Lazio en el minuto 80 con el 4-5 final que elevaba a lo más alto del olimpo de los dioses al «letrado» magiar y a su Ferencváros del alma. La gran machada se había consumado y Sárosi con 6 goles en la final para un total de 12 en la competición, sería considerado como el mejor jugador del torneo.

A lo largo de la historia de la competición y en los años de mayor apogeo -1927-1940-, György Sárosi ocupa el primer lugar del podio como máximo goleador con 45 tantos, seguido de Giuseppe Meazza y Géza Toldi con 29, hecho que le acredita como el primer gran goleador europeo de la historia.