Conmemoran su 60º aniversario desde la edición de su primer disco como formación, en 1959. Ambos han decidido celebrar este cumpleaños sobre los escenarios al abrigo de su Gira 60 Aniversario (Que nos quiten lo bailao), en la que repasan los éxitos que los auparon a lo más alto en los listados musicales de España. El 15 de septiembre, en el Teatro Cervantes.

Ya en los 70 pensaban que lo habían hecho casi todo, ¿y ahora?Manuel de la Calva

: Ahora estamos viviendo un momento importante en nuestras vidas. Que pasen 60 años y que te pidan las mismas canciones que cuando eras joven hace que te sientas muy identificado con tu propia carrera artística. Claro que el tiempo vuela, pero los sentimientos y los recuerdos quedan formando parte de la vida.

Los suyos como dúo comienzan con aquel primer EP en 1959, ¿cómo fue aquello de pasar de la fábrica al estudio?Ramón Arcusa

: Fue formidable. Después de trabajar en la misma sección de proyectistas durante años sabiendo que Manolo hacía sus pinitos cantando, le propuse hacer una prueba para ver cómo empastaban nuestras voces, y nos gustó. El siguiente paso fue presentarnos en Radio Barcelona, donde nos dieron la oportunidad de cantar. Allí firmamos nuestros primeros autógrafos, y lo vimos claro. El despido de la fábrica, la mili y las peripecias que vivimos las voy a contar en un libro que estoy terminando, y que saldrá a finales de año.

¿Se siguen reconociendo en esos chicos de los primeros videoclips?M. D. L. C

: Sí y mucho, porque fue el principio de este tinglado que llamamos música pop. De hecho, nosotros fuimos los primeros indies cuando aún no se conocía el palabro. Lo tuvimos que hacer todo, o casi, desde cero.

Algunos grupos con tanto recorrido como el suyo, como Les Luthiers, reconocen que hicieron terapia de grupo para mantenerse juntos. ¿Cuál ha sido la suya?R. A.:

Ninguna, no ha hecho falta. Somos distintos como el agua y el aceite, pero nos hemos respetado, y hemos hecho canciones por separado que luego juntábamos a medias. Ningún problema, a pesar de algún desencuentro. Pero la máxima de que el éxito une y el fracaso separa es válida en nuestro caso.

M. D. L. C.: En este negocio hay que ser realista y no dejarse llevar por milagros que frecuentemente no existen. Enseguida nos dimos cuenta de que juntos sumábamos, y separados era un albur que desconocíamos.

«Hemos ido mucho a nuestro aire. Eso ha sido bueno para nuestra vida, y malo para otras cosas», han dicho. ¿Han sido unos outsiders en la música?R. A.:

Quizá hemos sido menos sociables que otros artistas con sus compañeros, preferimos siempre guardar nuestra vida privada. El hijo de Manolo, por ejemplo, se enteró a los nueve años de que su padre era cantante.

¿Cómo es eso posible?R. A.:

Porque nosotros no vivimos ni de la nostalgia ni de los recuerdos. Los asumimos, están ahí, pero no condiciona nuestras vidas. Batallitas las justas.

Siempre han preferido cantarle a otros sentimientos, como el amor.M. D. L. C.:

Sí, indudablemente. Siempre hemos buscado el lado positivo de las cosas. Por eso nos salieron canciones que reflejaban distintos sentimientos básicos para seguir adelante. ¿Se imagina una vida sin Quince años o Amor de verano?

O sin bailar el twist. Son himnos para una generación.R. A.:

A veces por necesidad.

¿A qué se refiere?R. A.:

Algunas de nuestras mejores canciones surgieron cuando nos faltaba una para rellenar aquellos EP’s de cuatro temas, y fueron las mejores. Hablo por ejemplo de Perdóname o de Quince años tiene mi amor.

¿No cegaba el éxito después, tras tanto revuelo?M. D. L. C.:

Bueno, como lo describiría… Hay dos clases de artistas: los que no tocan el suelo cuando andan, y los que caminan sencillamente. Creemos estar entre los segundos, porque crecimos en la pobreza, trabajamos duro, y apreciamos lo que nos ha dado la vida, que ha sido mucho.

Por ejemplo, que sigan sonando ahora, ¿sonará un artista de hoy dentro de 60 años?R. A.:

Muy difícil lo veo, tal como están las cosas. Lo digital va cada día más rápido, y una canción nueva quema y deja obsoleta a la anterior en poco tiempo. Temas como Despacito salen una vez en la vida de un artista. Nosotros tuvimos la suerte de vivir una época en que la existencia iba menos deprisa, y había tiempo para digerir, pero ahora es un torbellino que, si no corres, te aplasta.

Este año compusieron para Eurovisión, pero nos representó La venda. ¿Un error?R. A.:

Estaba claro que no íbamos a tener buenos números. La competencia es brutal y, si solo estás pensando en el reggaetón, mal vamos, y es lo que ocurrió. Miki hizo lo que pudo, pero el tema no daba para más. La cosa viene sucediendo desde lo de Chiquilicuatre, exceptuando la que presentó Edurne, Amanecer.