­Se enfrió el oro de Rusia. Al menos, temporalmente, y en lo que respecta al turismo, que en los últimos meses, y con la crisis de Ucrania como epicentro, ha levantado el pie del acelerador. De los crecimientos incontestables de dos cifras, que despertaron toda una fiebre en la industria, a un paso atrás que, aunque presumiblemente fugaz, ha rebajado las expectativas de los principales destinos españoles. A excepción, de momento, de la Costa del Sol que mantiene el pulso, si bien con un volumen menor de turistas y un protagonismo cada vez más acentuado del mercado residencial.

Mientras que en los puntos de la costa más frecuentados por los rusos la demanda disminuye -en Mallorca se ha regresado a los niveles de 2012, con una caída interanual de más de 15 puntos- la provincia se conserva en la amable tónica del repunte. En el primer semestre, además, contradiciendo la tendencia en Andalucía, donde la entrada de viajeros ya se sitúa un 14,24 por ciento por debajo de 2013. La lectura, sin embargo, no debería ser del todo festiva. A pesar de la diferencia favorable en cuanto a la evolución, el global de turistas de Alicante o Cataluña sigue estando muy por encima de los números que se manejan en la provincia. De hecho, y aunque relevante, Málaga todavía está pendiente del verdadero despegue de un mercado al que todos los expertos, pese a las dificultades actuales, coinciden en situar entre los más interesantes del futuro mapa turístico.

Según los datos de AENA, el aeropuerto de la Costa del Sol recibió entre enero y julio a un total de 26.527 turistas de Rusia, lo que significa un 18,3 por ciento más que el pasado ejercicio. Miguel Sánchez, responsable turístico de la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA), rebaja cualquier tipo de euforia y relaciona el nuevo empuje con las nuevas plazas de la conexión aérea y, sobre todo, con la compraventa inmobiliaria, que está siendo la gran agitadora del mercado desde que la economía rusa comenzó a crecer.

En mitad de un clima generalizado de contracción, Málaga sostiene su pequeña resistencia en un movimiento que Ricardo Bocanegra, presidente de la Federación de Asociaciones de Extranjeros de la Costa del Sol, no duda en entrever con dos velocidades: la pérdida de los márgenes de crecimiento del turismo vacacional y el mantenimiento, e, incluso, nuevo auge en la demanda de segundas o terceras residencias.

La evolución del turismo ruso estará marcada, en cualquier caso, por las tensiones geopolíticas con Kiev y sus repercusiones en la relación entre el euro y el rublo, que ha inhibido a la clientela en los últimos meses.

Pese a la evidencia general de las cifras, tanto administraciones como emisores privados insisten en no bajar la guardia y mantener la ofensiva en el país. La Consejería de Turismo y Comercio de la Junta de Andalucía, sin ir más lejos, no se ha planteado el repliegue en ningún momento. Ni siquiera en cuanto a la delegación permanente que tiene movilizada en Rusia, donde todos coinciden en la necesidad de afinar la promoción. «Es justo ahora cuando se debe intensificar», señala Miguel Sánchez.

Con números comparativamente discretos, la Costa del Sol ha logrado seducir a los rusos con su oferta inmobiliaria y de lujo. En Marbella, el colectivo, en constante progresión, se ha convertido en una de las grandes sensaciones turísticas de la década. El desafío, sin embargo, sigue siendo recortar la ventaja del litoral catalán y continuar poniendo picas sobre el damero vacacional del antiguo gigante de los soviets. «Es un mercado que si nos miramos en el espejo de otras comunidades está claro que hemos abordado tarde. Está pendiente conquistar a la clase media. Y para eso se requieren nuevos vuelos directos», puntualiza Gonzalo Fuentes, responsable de la sección de Turismo y Comercio en CCOO.

La capacidad de gasto baja más del 17%

La inestabilidad política que golpea desde hace meses a Rusia, en conflicto permanente con la comunidad europea e internacional, ha pasado por pasar factura a la proverbial generosidad que exhiben sus turistas. Conocidos por su alto poder adquisitivo y su interés por las compras, los rusos, especialmente los de clase media, han reducido su presupuesto de viaje en las rutas por el extranjero. Los empresarios hablan de una caída del 17 por ciento. Una cifra que Natalie Tour, el principal touroperador del país, eleva a más del doble hasta llegar a los 35 puntos. Buena parte de los problemas, al margen de la crisis con Ucrania, vienen determinados por el colapso del mercado interno y la guerra de precios de las agencias de viaje.