­Tres años después del inicio de la crisis, el sector automovilístico continúa en caída libre. Ni el comienzo del verano ni la reactivación, todavía tímida, de algunas economías ha servido para estimular las ventas de los concesionarios, que arrastran trece meses consecutivos de pérdidas, justamente desde el final de las ayudas estatales y la aplicación, polémica, de la subida del IVA.

Según los datos de Faconauto, las matriculaciones bajaron en julio un 5,14 por ciento en la provincia, donde se pasó de dar salida a 2.356 automóviles a conformarse con 2.235. Un descenso que parece moderado, pero que se ensancha brutalmente si se advierte que ese mismo mes fue el del regreso a la cuesta abajo y el nuevo régimen impositivo, con una diferencia de más de veinte puntos respecto al mismo periodo de 2009.

La situación de la industria se observa todavía de manera más nítida si se acude al acumulado del año, que refleja un desplome del 28, 49 por ciento en la provincia. Las pérdidas, en este caso, apuntan a más de 5.000 vehículos menos que en julio del pasado año, circunstancia lo suficientemente lacerante como para no encontrar consuelo en el hecho de que Málaga lidera este año las matriculaciones de Andalucía, probablemente debido a la influencia del turismo, con un descenso ligeramente por debajo de la media de la región.

Para los puntos de venta de la provincia, el negocio, que no atisba soluciones a corto plazo, se ha vuelto casi insostenible. En los últimos meses, han caído concesionarios, se han reajustado las plantillas y se han puesto en marcha una serie de estrategias a la desesperada, prudentes en sus frutos.

Ricardo Gómez, director comercial de Garum Motor, se refiere a la bajada de precios y a la contracción del margen de beneficios, que, en muchos casos, ha desaparecido para aliviar las necesidades de venta de los propios concesionarios. Los establecimientos han optado por renunciar a las ganancias para liberar el stock, mientras que las marcas, por su parte, automatriculan sus vehículos para sacarlos al mercado en condiciones más atractivas.

A pesar de todos estos esfuerzos, el sector sigue en una coyuntura peligrosa. Y no cunde precisamente el optimismo. Juan Antonio Sánchez, presidente de la asociación de vendedores Ganvam, insiste en que la demanda no despegará hasta que los indicadores saluden a un nuevo ciclo para el conjunto de la economía. Algo para lo que todavía resta, como mínimo, un buen racimo de meses, lo que lleva a los establecimientos a reclamar la aprobación de nuevas líneas de incentivos. «No entendemos que se estimule la compra de coches eléctricos cuando no hay demanda ni vehículos que vender mientras el verdadero mercado está prácticamente muerto», señala Antonio Romero-Hapould, presidente de Faconauto.

Los malos números de las matriculaciones se han acentuado por la retirada de la subvenciones y el incremento del IVA, pero también por la inhibición de los bancos, que, según denuncian los especialistas, todavía son reacios a conceder créditos, lo que equivale, en la práctica, a dejar fuera del mercado a un gran número de familias. José Guerra, secretario provincial de Industria en CCOO, relaciona la caída de las matriculaciones con la evidencia atroz del paro, que no deja mucho margen para las inversiones en vehículos.

Precisamente el mantenimiento del trabajo es una de las grandes preocupaciones del sector, que cifra en alrededor de 10.000 el número de puestos comprometidos por la crisis. Guerra aclara que la mayoría de los concesionarios ya han remodelado sus plantillas hasta dejarlas en el mínimo operativo. «Se ha despedido a mucha gente y se han llevado a cabo expedientes temporales de regulación de empleo», indica.

Las previsiones para lo que queda de verano no parecen más halagüeñas. Gómez cree que tanto agosto como septiembre discurrirán por el mismo itinerario de pérdidas que ocupa a julio, tradicionalmente considerado un periodo fecundo para la venta de vehículos. De acuerdo con Faconauto, la afluencia de clientes nuevos encadena siete meses consecutivos con descensos del 60 por ciento. En lo que respecta al tipo del cliente, la caída de las matriculaciones agrupa en Málaga tanto a particulares–con un 41,59 por ciento entre enero y julio–como a empresas, que si bien acumulan una bajada del 1,38 por ciento, cerraron julio con un 5,53 por cien menos de ventas que en 2010.